Por: Sudarshana Dasa
Mientras distribuia libros en Singapur, una mujer mayor inicialmente rechazó comprar el Bhagavad-gita, puesto que ella tenía ya una edición impersonalista. Cuando finalmente la convencí de que el Gita de Srila Prabhupada es la versión más auténtica, ella la compró y me invitó a su casa.
Allí canté, animando a su familia a que cante junto conmigo, y les hablé sobre Krishna. A cada momento, la mujer se cercioraba de no dejé la casa antes de que su nuera volviera de compras.
Cuando la mujer joven lo hizo , nos dio una sacudida eléctrica al reconocernos como colegas del trabajo de hace veinte años atras. Encantado, hablé con ella largamente sobre la importancia de cantar y de leer el Bhagavad-gita. Ella era extremadamente receptiva, agradeciéndome e invitándome a que los visite pronto otra vez.
Cuando me fui, recordé repentinamente de cómo tenía siempre el deseo de explicarle sobre el sentido de la conciencia de Krishna, pero solamente vacilé, pensando que ella no fuera lo suficientemente lista para oír. Realicé que aunque me había olvidado por mucho tiempo de este deseo, Krishna lo había recordado y lo había satisfecho, veinte años más tarde.
.
No comments:
Post a Comment