Si la mente no está fija, no podemos meditar. Por consiguiente, la conclusión es que meditar significa pensar en el Señor que está en el corazón. Ya bien lleguemos a esa etapa con el proceso de astanga-yoga, o con el método que los sastras recomiendan especialmente para esta era, el canto constante del santo nombre del Señor, el objetivo es meditar en la Suprema Personalidad de Dios.
Uno no debe meditar según sus propios caprichos. Se debe saber hacerlo perfectamente bien, conforme lo indican las autoritativas fuentes de las Escrituras, a través del medio transparente de un maestro espiritual genuino y mediante el debido uso de la inteligencia, entrenada para meditar en la Superalma que mora dentro de cada ser viviente.
El proceso de la meditación debe comenzar desde los pies de loto del Señor e ir progresando hasta Su cara sonriente. La meditación debe concentrarse en los pies de loto, luego en las pantorrillas, luego en los muslos, y así ir subiendo cada vez más. Cuando más la mente queda fija en las diferentes partes de los miembros, uno tras otro, más se purifica la inteligencia.
A los impersonalistas y a los nihilistas se les recomienda, pues, meditar en la forma universal del Señor, mientras que a los devotos se les recomienda meditar en la adoración de la Deidad que se lleva a cabo en el templo. Debido a que los impersonalistas y los nihilistas no están suficientemente purificados en sus actividades espirituales, el arcana no es para ellos.
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