La mañana siguiente tuvimos mangal-arati, pero Gurudeva se disculpó por no poder dar la clase y le pidió en cambio a prabhu Baladeva que leyera y comentara sobre el El Srimad- Bhagavatam 1.2.11 Gurudeva se sorprendió que no supiéramos de memoria el verso diciendo que era un mantra muy importante. Hubieron luego varias preguntas y respuestas de las que participamos todos, pero Guru Maharaja hizo énfasis en el carácter ecuménico que debemos dar a nuestras conferencias ante el público abierto, diciendo que debíamos esforzarnos por explicar a las personas practicantes de otros credos, los tópicos tales como los tres grados de comprensión de la Verdad Absoluta (Brahman, Paramatma y Bhagavan) desde su propia perspectiva, en su propio lenguaje, para que puedan comprenderlo.
A modo de ejemplo contó que hace poco hubo un Rata-yatra en Panama, al final del cual invitaron a representantes de varias religiones a exponer acerca de los principios de su propia fe. Como cuestión de cortesía se invitó a los demás a hacerlo primero, y al final lo hizo Guru Maharaja. Comentó que había un cura cristiano, muy jovencito, argentino, de Misiones, que estaba un poco temeroso y muy tímido por estar entre los Hare Krishna. Pero cuando llegó el turno de hablar a Gurudeva, predicó que el fundamento de nuestro proceso de conciencia de Krishna es el canto de los santos nombres de Dios, cualquiera sea el nombre que Él reciba de acuerdo a las diferentes religiones, y otros tópicos abiertos y participativos y universales como ese. Cuando se bajó, el joven sacerdote argentino se acercó a Gurudeva para felicitarlo y mostrarle su aprecio. Ya estaba más distendido y tuvieron una conversación porque Gurudeva conoce muy bien la Argentina, y así barrió una barrera que normalmente es muy difícil de superar cuando cada uno se planta defensivamente en su propia posición.
Al final y a modo de despedida, felicitó a madre Kasturika y a prabhu Harsha por mantenerse unidos como buenos esposos durante más de 20 años. Dijo que como devotos también debíamos dar a la sociedad un ejemplo de cultura, con matrimonios estables ante la calamidad de los divorcios de nuestros días. Esto, de mantenerse unidos, se los agradeció especialmente. Eso sí, se disculpó por tener que corregirlos, pero como ya lo dijo muchas veces, volvió a repetir que no es apropiado que su cuadro esté en el altar luego del arati; en un altar personal está bien, pero no donde concurre el público, por todas las razones que ya son conocidas.
Un rato después desayunamos en el aire fresco de la galería, todavía no hace tanto calor, pero las chicharras (cigarras) ya están cantando fuerte anunciando otra jornada agobiante. Mientras disfrutábamos el riquísimo pan prasadam de prabhu Harsha se dio una situación muy graciosa por lo inesperada. Resultó que Guru Maharaja comentó que ya no iba a estar en Costa Rica, apenas algunos días para finiquitar la cuestión de la Granja, pero que ya no iba a estar más allí; entonces prabhu Baladeva le preguntó si entonces, al estar ya liberado de esa responsabilidad, vendría finalmente a radicarse en Argentina. Esta pregunta generó una expectativa increíble, ya no se escuchaban más las chicharras, todos los devotos quedaron con la cuchara en el aire sin llegar a sus bocas, yo que estaba en camino a la cocina me quedé parado en la puerta. Guru Maharaja movía la cabeza levemente en actitud pensativa, como dando a entender que le gustaría, pero no decía ni sí ni no. Entonces en medio de esa tensión que nos había dejado paralizados a todos, se escucha la voz fuerte y firme de prabhu Kripamoya diciendo "¡HÁGALO!" Todos nos quedamos sorprendidos y felices a la vez porque estaba diciendo lo que todos hubiéramos querido, pero no nos atrevíamos, y entonces saltaron todas las carcajadas juntas. Guru Maharaja igualmente sorprendido, le preguntó muy divertido por la ocurrencia, "Y tú, ¿dónde aprendiste eso?" Él conoce muy bien la respuesta, porque es la que da él mismo cuando quiere alentar a algún devoto que le está contando algún proyecto. En esa afirmación él da sus bendiciones también. Por eso la expresión de prabhu Kripamoya era tan significativa en esas circunstancias. Prabhu Kripamoya volvió a su humildad natural y le contestó, "De usted, Guru Maharaja"
Todos nos quedamos felices por lo sucedido, pero Gurudeva nunca respondió definitivamente.
Un rato después, como a las 10 hs., vinieron las despedidas, los abrazos, las reverencias, también las lágrimas y partimos con rumbo a la hermosa ciudad de Merlo, distante a sólo 50 kilómetros. El templo de Merlo, tan encantador que parece extraído de un libro de cuentos, ya lo describí con lujo de detalles en el reporte del año pasado, por lo que esta vez voy a ahorrarme ese placer. Encontramos a prabhu Dhristaketu cocinando para la fiesta de esa tarde y Guru Maharaja lo elogió diciendo, "También cocinas, ¡además de ordenar y limpiar y cuidar de todos los detalles!", pero prabhu Dhristaketu sólo bajó la cabeza humildemente y lo condujo a su cuarto.
Prabhu Baladeva, madre Manorama y yo fuimos con el coche a hacer algunas compras al supermercado y luego a la casa de madre Alejandra a buscar milanesas de soja. Ella es una devota que hace mucho servicio apoyando al templo desde hace un par de años y siempre nos recibe con mucho cariño. Se la ve muy atenta y sensible. Allí encontramos también a prabhu Martín que conoce a Guru Maharaja desde hace un año, pero está profundamente impresionado por él. Está leyendo mucho y tiene un gran entusiasmo por la conciencia de Krishna, es muy inspirante. Le falta muy poco para recibirse de arquitecto, así que hizo en la computadora una representación en 3-D del boceto de templo que prabhu Baladeva tiene para Mendoza. Él piensa mudarse pronto a su nueva casa, en el mismo predio donde vive en Corralitos, y lo que actualmente es su casa y templo, será solamente templo, uno más amplio y aggiornado al estilo védico.
Lo que nos mostró en la computadora se veía muy bonito y Baladeva entró en éxtasis, alimentando aún más el deseo de realizar ese proyecto. Esa noche la fiesta de domingo tuvo muchísimos invitados, aunque estábamos muy apretados en la sala, no entramos todos y al momento del kirtan la fiesta se extendió al pasillo y el patio exterior. Comenzamos como siempre con los melodiosas bhajans de prabhu Baladeva, de 19 a 20 hs., y luego se presentó Guru Maharaja a dar la clase. Sentado en medio del sillón, su imagen siempre resulta imponente aunque él se maneja con mucha discreción. Pero la forma de tomar el Bhagavad-gita en su mano derecha, en el aire todo el tiempo a lo largo de la lectura, su posición recta con la espalda y la cabeza erguida y la pulcritud de su apariencia, le da inmediatamente a la gente la idea de que se encuentra ante alguien muy especial.
Con voz clara y pausada leyó el Capítulo 7, Texto 29, y durante una hora y cuarto hizo una exposición muy amplia de la conciencia de Krishna tocando prácticamente todos los puntos: el karma, los principios del yoga, la reencarnación, los procesos de liberación, nuestra posición condicionada, el bhakti, el Señor Supremo. Estaba muy animado, y al término preguntó si había preguntas, comentarios, ¡desafíos! Pero todos estaban rendidos ante la fuerza de su argumentación. Hubo algunas preguntas a las que respondió él mismo y otras que pidió contestar a alguno de sus discípulos convirtiendo la clase en algo dinámico. Cuando hubieron pasado un poco más de dos horas cayó en cuenta del tiempo transcurrido y nos preguntó porqué no lo habíamos parado. Le dijo a prabhu Baladeva que debe cortarlo cuando se extiende demasiado. Conversando después con Baladeva pensamos que es una buena instrucción para cuidar al guru, porque él se entusiasma, luego se acuesta muy tarde y cuando se da cuenta el cansancio está encima de su debilitada salud y aparecen las complicaciones.
Como sea, tuvimos un kirtan extático con activa participación de todos los invitados que estaban eufóricos. Su éxtasis llegó al máximo cuando Guru Maharaja tomó el agua que se había ofrendado en la adoración de las Deidades y él mismo comenzó a salpicar abundantemente a toda la gente. Ellos se dieron cuenta de que recibir estos remanentes directamente de sus manos era algo especial y alzaban sus brazos y saltaban para ser rociados por el "agua bendita".
Mientras cantábamos el namas-te Guru Maharaja salió de la sala, pensamos que se había retirado a descansar, pero más tarde prabhu Dhristaketu nos contó que había ido a la cocina a ayudarle a servir los platos para todos los invitados. El vaishnava estaba asombrado, "Movía sus manos rapidísimo y en un momento servimos todos los platos, ¡lo hicimos volando!". Nosotros nos sentimos avergonzados porque él se había tomado la molestia de hacer ese servicio, y asombrados a la vez, por la humildad de Gurudeva y su deseo de ayudar a los demás expresado de tantas maneras diferentes. Esa noche también nos acostamos tarde, a las 00:30, después de que todos los invitados se retiraron, creo yo, tan felices como nosotros.
LUNES 17 DE DICIEMBRE DE 2007 - POTRERO (SAN LUIS)
Esa mañana nos levantamos temprano para estar presentes en el mangal-arati, no obstante habernos acostado tan tarde y tan pronto terminó emprendimos el viaje a la localidad de Potrero de los Funes.
El programa original era tener una clase de Srimad Bhagavatam con todos los devotos para la despedida, llegar a mediodía a Potrero de los Funes, quedarnos a pasar la noche y al día siguiente partir para Mendoza, pero muy lamentablemente Hamsa Rupa Das (el dueño del vehículo) debía reintegrarse a su trabajo el martes a primera hora, a las 7 hs. Esto provocó que tuviéramos que salir tan pronto de Merlo para llegar a Mendoza esa misma noche. Los devotos de Merlo, y luego los de Potrero de los Funes, me reprocharon dulcemente por llevarnos a Guru Maharaja; con tristeza me preguntaban si no podía faltar un día más o hacer algún arreglo, pero era imposible para mi. Guru Maharaja también quería llegar el martes a Mendoza. Uno poco decepcionado porque no podría estar más tiempo con sus queridos discípulos Jayasena y Ambika dd, me dijo, "Cuando estoy allá suelo hacer una caminata con ellos por los cerros.", y yo, con dolor en el alma tuve que decirle, "Esta vez no va a ser posible Guru Maharaja". Él enseguida contestó, "Okay, está bien, de todas maneras me está doliendo la rodilla". Más tarde volvió a decirme con algo de tristeza, "¿Entonces esta vez no vamos a tener lectura a la luz de las linternas con ese pequeño zorro que se arrimó a nosotros a escuchar, ni vamos a quedarnos a descansar en casa de Jayasena?", pero esta vez no contesté, solamente bajé la cabeza porque me resultaba muy difícil de soportar el hecho de no poder complacerlo.
Así es que salimos muy temprano a las 6 AM después de despedirnos de prabhu Dhristaketu, su esposa Rati Manjari, su pequeño hijo y madre Alejandrita. Siempre que partimos de algún lado los devotos cantan namas-te con la voz ahogada por la emoción de ver partir a Guru Maharaja, y así nos derraman sus bendiciones para que tengamos un viaje seguro y feliz. En un viaje rápido, aunque nunca superamos los 110 km/h, sin escalas, llegamos a las 8:30 AM a Potrero de los Funes, a la casa de prabhu Jayasena y familia. El paraje, bastante aislado de la así llamada civilización, donde no hay calles sino un sendero sinuoso que atraviesa el bosquecillo, ni hay electricidad, ni agua corriente, ni gas, ni teléfono, trae a la memoria los kunjas de Vrindavan, porque por allí pasean despreocupadas sin ninguna perturbación muchas vacas blancas junto a su pequeños terneros y ni siquiera se espantan a nuestro paso.
Los dueños de casa nos estaban esperando con un kirtan junto a sus dos pequeñas hijitas, Vrindavani y Bhakti, madre Mahalila dd y la mamá de Jayasena, Después de los alborozados saludos de bienvenida cantamos un bhajan ante el modesto altar presidido por una foto de Sri Panca-tattva. Luego hicimos la adoración de Srimati Tulasi Devi y Guru Maharaja me pidió que leyera el S.Bhagavatam, También me pidió que dijera unas pocas palabras al respecto. Y a continuación salimos al jardín a desayunar, que en esta época del año está sumamente bello; además madre Ambika le hizo varios arreglos porque ahora se dedica a la jardinería, así que está lleno de flores de muchos colores, y los árboles que proyectan su fresca sombra sobre el pasto de un color verde muy vivo por las lluvias recientes, pintan una escena paradisíaca. Todo esto rodeado por las verdes colinas cercanas desde donde proviene el agua fresca y transparente que se bebe en este lugar. La escena es maravillosa y Guru Maharaja se pasea por allí con mucha satisfacción mientras les dice a sus discípulos -los primeros que inició- que viven en medio de mucha opulencia. Y ellos asienten con alegría. Cuando Gurudeva dice opulencia, se refiere no a los bienes materiales, que más bien son muy escasos en esa casa, porque estos devotos son muy austeros, sino al agua, el aire puro, la tierra y todas las facilidades que tienen para llevar una vida simple de pensamiento elevado.
El desayuno fue servido a la sombra de un árbol, sobre un pandal desplegado sobre el fresco césped y frente a un pequeño cuarto que los devotos han construido, aparte de la casa, especialmente para el descanso de Guru Maharaja. Hubo leche tibia, té, pan casero, manteca y mermelada de duraznos, junto con frutas frescas y algunos cereales.
Durante la conversación Guru Maharaja volvió a elogiar a los matrimonios que permanecen unidos durante toda la vida, a pesar de todas las dificultades, y sugirió a prabhu Jayasena que al cumplir veinte años de matrimonio deberían hacer una gran fiesta para festejar. Después de todo eso nos retiramos a reposar un rato, pues aún estábamos cansados por la larga jornada del día anterior y el corto descanso. Cuando me levanté encontré a Guru Maharaja sentado a la sombra leyendo un libro. Llevaba puesta una remera de mangas cortas y sus anteojos de sol Ray Ban, clásicos en él. Yo tenía muchas rondas aún por cantar así que me senté en el suelo, cerca suyo, pero a no menos de dos metros y me puse a rezar. En eso llegó el Profesor, Jurggen Fischer, un señor alemán amigo de Prabhu Jayasena que reside y enseña en San Luis, a quien Guru Maharaja ya conoce de otros viajes. Se saludaron cortésmente, "Guten morgen, vie get es ihnen?" y a partir de allí mantuvieron una conversación distendida en el idioma natal de Gurudeva. Cuando después de un buen rato los otros devotos se fueron acercando gradualmente, la conversación continuó en español. El Profesor Es una persona culta y resulta encantador ver el sincero aprecio que tiene por la conciencia de Krishna, por los devotos y por Guru Maharaja. Nos mostró unas grabaciones muy viejas que conserva en cassette con bhajans devocionales y nos contó la profunda impresión que le provocó el prasadam que probó por primera vez en el templo de Londres en los años 70. También estuvo con los devotos en Sud África y aunque es una persona mayor, parece un niño inocente y sorprendido cuando nos recuerda los encuentros ocasionales que tuvo con los devotos.
Durante la conversación Guru Maharaja volvió a elogiar a los matrimonios que permanecen unidos durante toda la vida, a pesar de todas las dificultades, y sugirió a prabhu Jayasena que al cumplir veinte años de matrimonio deberían hacer una gran fiesta para festejar. Después de todo eso nos retiramos a reposar un rato, pues aún estábamos cansados por la larga jornada del día anterior y el corto descanso. Cuando me levanté encontré a Guru Maharaja sentado a la sombra leyendo un libro. Llevaba puesta una remera de mangas cortas y sus anteojos de sol Ray Ban, clásicos en él. Yo tenía muchas rondas aún por cantar así que me senté en el suelo, cerca suyo, pero a no menos de dos metros y me puse a rezar. En eso llegó el Profesor, Jurggen Fischer, un señor alemán amigo de Prabhu Jayasena que reside y enseña en San Luis, a quien Guru Maharaja ya conoce de otros viajes. Se saludaron cortésmente, "Guten morgen, vie get es ihnen?" y a partir de allí mantuvieron una conversación distendida en el idioma natal de Gurudeva. Cuando después de un buen rato los otros devotos se fueron acercando gradualmente, la conversación continuó en español. El Profesor Es una persona culta y resulta encantador ver el sincero aprecio que tiene por la conciencia de Krishna, por los devotos y por Guru Maharaja. Nos mostró unas grabaciones muy viejas que conserva en cassette con bhajans devocionales y nos contó la profunda impresión que le provocó el prasadam que probó por primera vez en el templo de Londres en los años 70. También estuvo con los devotos en Sud África y aunque es una persona mayor, parece un niño inocente y sorprendido cuando nos recuerda los encuentros ocasionales que tuvo con los devotos.
En esto los devotos fueron interviniendo en la conversación que inevitablemente derivó en el recuerdo de "los viejos tiempos" que todos añoramos. Recurrentemente, una y otra vez, caíamos en la añoranza de tiempos pasados, cuando parece que todo -la prédica, el sankirtan, la devoción- era mejor. Gurudeva se reía de nosotros y decía, "Otra vez, ¡allí están los nostálgicos!" y hacía como que lloraba. Todos reíamos al ser sorprendidos en esa actitud, cambiábamos el tema y al poco rato otra vez estábamos diciendo, "Ya no es como antes, cuando conocí a los devotos.", Gurudeva volvía a sorprendernos en esa patética actitud, otra vez se burlaba cariñosamente y todos reíamos. La visión de Guru Maharaja es mucho más optimista: al tiempo que recuerda que durante la presencia de Srila Prabhupada, y aún poco tiempo después de su partida, nuestro movimiento experimentó un crecimiento explosivo debido a la potencia de su shakti, en la actualidad también hay muchos devotos valiosos que se están esforzando y el movimiento se está asentando en una mayor madurez. Además, observó, tiene que pasar un tiempo, tiene que haber una distancia para poder apreciar lo que está sucediendo. Cuando más tarde el tema volvió a aparecer en Mendoza dijo, "Por ejemplo, tal vez haya aquí mismo grandes devotos que están haciendo cosas valiosas y que serán reconocidos como tales sólo con el paso del tiempo y por personas que no hayan tenido familiaridad con ellos. Sus amigos contemporáneos dirán -yo lo conozco de toda la vida y conozco todos sus piojos, juntos solíamos hacer tales tonterías, prabhu Tal no es para tanto-, pero los nuevos solamente verán su madurez, su perseverancia en la conciencia de Krishna y todo su servicio, sin saber nada de sus pequeñas faltas".
El prasadam se sirvió allí mismo, bajo la sombra de aquel árbol sobre una mesa rústica. Por supuesto, le sirvieron primero a Guru Maharaja, pero él dijo muy resueltamente, "El punto es que yo no voy a tomar nada de esto hasta que todos los demás tengan en su plato lo mismo que me han servido a mí". Las preparaciones fueron increíbles, madre Ambika con la colaboración de madre Mahalila hizo una fiesta de preparaciones védicas que nunca olvidaremos. Había pakoras, samosas, bharatas con salsa de yogur, sabji, halava, chutney, arroz dulce y muchas cosas más, todo servido a la temperatura y en el orden correctos. Yo suelo guardar para lo último lo que me resulta más rico, pero esta vez fue totalmente imposible hacer esa distinción. Gurudeva estaba totalmente complacido y decía, "¡Todas las glorias a madre Ambika!" y se asombraba y nos llamaba la atención de que un tesoro tan raro de encontrar estuviera tan escondido en este recóndito paraje de Sud América. Comimos más de la cuenta a nuestra entera satisfacción, y sólo entonces se sentaron a tomar prasadam prabhu Jayasena que había estado sirviéndonos y las cocineras. En un momento Guru Maharaja dijo complacido, "No sé cómo será esto cuando yo no estoy, pero es algo celestial" y madre Ambika contestó muy rápidamente "Cuando usted no está Guru Maharaja, esto es el infierno". Para mí que soy muy duro de corazón, ver estas expresiones de amor de los devotos y los intercambios de amor entre Guru Maharaja y sus discípulos, es una fuente de enorme inspiración que me provoca emociones muy difíciles de expresar. ¡Cuántas páginas debería ocupar tratando de sumergirme en la descripción de estos profundos sentimientos espirituales! A veces se escucha la pregunta, "¿Exactamente, qué es un devoto mayor?". Y se ofrecen distintas respuestas de acuerdo a la circunstancia, pero para mi la respuesta más contundente es el ejemplo de estos devotos que vengo observando desde hace varios años en estos viajes por Buenos Aires, Córdoba, San Luis, Mendoza, Santiago de Chile, y donde quiera que sea que haya respeto, servicio y amor sincero por el Guru y por los vaishnavas en general.
Como ya estaba haciendo mucho calor nos retiramos al interior de la casa, a la sala del templo, para cantar algunos bhajans. En una de las paredes hay una foto colgada, realmente muy, muy hermosa, que a Gurudeva le gusta mucho y pidió si podía tener una copia. Se trata de una toma hecha durante un harinama en la Plaza San Martín, en Retiro, ciudad de Buenos Aires. Ha captado desde la distancia más apropiada a los devotos de cuerpo entero, con sus dhotis -casi todos de color azafrán- acompañando graciosamente el movimiento de la marcha, portando pancartas vistosas y el maha-mantra bordado con finas lentejuelas, con sus instrumentos musicales, todos avanzando decididamente llenos de una luz que proviene de su propio interior, con el fondo de la ciudad: la Torre de los Ingleses, los árboles centenarios de la plaza, y el diáfano cielo azul. En el centro está Guru Maharaja, cantando radiante como la personificación de la bienaventuranza, con la cabeza ligeramente de lado y hacia arriba, tocando las karatalas, rodeado de muchos devotos jovencitos que por misericordia de Krishna aún están activos en la prédica. Es una fotografía gloriosa capturando para la posteridad un momento sublime, de los muchos que nos toca vivir en la conciencia de Krishna.
Allí cantamos unas melodías suaves, guiados por prabhu Baladeva que se acompañaba con una guitarra muy rústica y rota, pero que igual sonaba.
En un momento el profesor dijo evidentemente conmovido por la atmósfera, "Si alguien me acompañara, no tendría vergüenza y entonces bailaría", así que me puse de pie y comencé a bailar, con lo que todo se puso aún más alegre.
Desafortunadamente, como expliqué, debíamos partir temprano para llegar a Mendoza ese mismo día, por lo que alrededor de las diecisiete horas nos dispusimos a partir. Justo en ese momento llegaron unas cuatro o cinco personas que habían sido invitadas sin saber de nuestra temprana partida, por lo que solamente pudieron tener la asociación de Guru Maharaja por unos pocos minutos durante la despedida. Nos tomamos algunas fotos en el jardín, nos subimos al auto y nos marchamos.
Guru Maharaja prefiere las despedidas cortas, de modo tal que es cuestión de subir al coche y partir de inmediato mientras los devotos que se quedan cantan namas-te. Al pasar junto al rebaño de vacas observamos a un ternero tomando leche de las ubres de su madre, lo que fue interpretado como un signo auspicioso.
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